Para pasar este puente del Corpus, hemos elegido el macizo central de los Picos de Europa, para intentar la ascensión de las 3 cimas más altas, Torrecerredo, Torre del Llambrión y Peña Vieja.
Partimos de Fuente Dé.
Daban bastante buen tiempo para todo el puente, excepto el jueves, que como es típico en Picos, se nos metió una niebla muy húmeda y fría que nos impidió realizar la ascensión al Llambrión cuando estábamos casi a los pies de ella, pero como supone una trepada de bastantes metros y además metimos la pata en el itinerario de aproximación , decidimos retirarnos al Refugio Vega Urriellu.
Este refugio está bastante lejos del Llambrión y llegamos empapados por efecto de la niebla. Utilizamos la clásica bajada por la cadena de Horcados Rojos u luego toda la bajada que rodea el Jou de los Boches. Al final salió una jornada de 9 horas de pateada.
Ya amaneciendo a los pies del Picu, y con buen pronóstico de tiempo, decidimos tirar para Torrecerredo. El itinerario primero sube a los pies del Diente del Urriellu, con unas vistas del Picu impresionantes.
Posteriormente, se llega a la Horcada Arenera donde ya se empieza a ver la arista Torrecerredo - Pico de los Cabrones y empezamos a debatir de por donde narices irá el itinerario de ascensión. Pero cuando te vas acercando, la pared se vuelve menos fiera y la ves perfectamente factible. La subida tiene unos 300 metros de desnivel de auténtica trepada de II grado, que resulta fácil, pero no te caigas porque.....
La cima tiene las vistas más impresionantes que he tenido desde que estuve en el Vallais. Torres por todas partes. Un sinfín de vías de escalada que me susurraban al oído que las escalase.
De vuelta para el Jou de Cerredo y bajando con cuidadín sin necesidad de utilizar la cuerda, decidimos subir a la Torre de la Párdida porque desde el Cerredo no tuvimos las vistas del Naranjo. Las vistas desde la Párdida no eran menos impactantes.
Ya de vuelta en el refu, tuvimos unos visitantes ilustres, los hermanos Pou. Pudimos comprobar que son bastantes campechanos y muy muy delgados. No tengo fotos porque parecían querer estar a su bola con sus novias y sus colegas.
Al día siguiente queríamos subir a Peña Vieja por un itinerario bastante exigente. Salir por la canal de la Celada tras el Picu, subir la collada Bonita y terminar en el collado de la Canalona, la cual te deja a los pies de Peña Vieja. Dar la vuelta al Naranjo es de impresión. Escaladores por todas las paredes. Un ambiente montañero como no he vivido nunca.
La llegada a la collada Bonita te traslada a un paisaje dolomítico lleno de torres mires donde mires.
No se en que momento nos desviamos de la ruta que sube al collado de la Canalona y aparecimos en los Puertos de Áliva.
Cómo volver a subir suponía un esfuerzo extra, y las fuerzas ya flaqueaban por el mal comer, decidimos bajar por la canal del Vidrio para dar la vuelta a Peña Vieja y Peña Olvidada. Los paredones de esta montaña casi tocan el cielo.
Era la segunda vez que íbamos a los Picos (la primera fue a Peña Santa) y la sensación ha sido de las mejores. También he de decir que Picos es difícil, itinerarios difícil de seguir por falta de sendas, sólo hitos, y que para llegar a la mayoría de las montañas tienes que usar las manos en mayor o menor medida.
miércoles, 29 de junio de 2011
miércoles, 11 de mayo de 2011
Toubkal y Marrakesh (Puente de mayo)
Llevo intentando ir a la cordillera del Atlas varios años, pero por unas cosas o por otras siempre acaba suspendiendose el viaje. Esta vez con la organización del Club Bajocero, con Pele a la cabeza organizativa, por fin iba a poder escalar esta montaña tan lejana y cercana a la vez.
Digo lo de cercana porque es increíble lo rápido que te plantas en el campo base de la montaña. Cogimos el avión a las 10.20 de la mañana, con el previo reparto de las camisetas conmemorativas de la expedición.
En 2 horas aterrizamos en Marrakesh (12:00 am). 2 minibuses nos estaban esperando en la salida y nos llevan a Imlil, que es el último pueblo del valle donde acaba la carretera (14:00 pm).
Aquí nos prepararon un tajine que estaba buenísimo (o era el hambre que teníamos ya). Después de ponernos las botas con el pan de pita, cargamos las mulas con todos los petates llenos de material para la escalada.
El tiempo que pronosticaban para este puente no era nada bueno, con nevadas y ventisca durante toda nuestra estancia en el refugio. Así que subiendo por el valle no pudimos ver ninguno de los majestuosos picos que nos rodeaban, pero si algunas de las aldeas en las cuales había tiendas bereberes y algo para tomar te moruno (buenísimo).
Pasito a pasito para no subir muy rápidamente y poder dormir bien sin que nos afecte la altitud llegamos al refugio a eso de las 20.00 pm. con el inconveniente que las mulas nos dejaron el material a unos 30 minutos del refugio, ya que estos animales no quieren pisar la nieve por si se rompen una pata, y tuvimos que portear unos 30 kilos a la espalda. ¡En 10 horas estaba a los pies del Toubkal!.
Desestimamos la opción de poner la tiendas debido a las nevadas que se avecinaban, así negociamos precio en el refugio y dormimos dentro por 10 euros la noche. Excepto algunos valientes que si que se quedaron en el exterior.
A la mañana siguiente lamentamos terriblemente tener razón sobre el tiempo, ¡como nevaba!. No se veía a más de 50 metros y lo peor era la ventisca que hacía con vientos en la arista cimera de 50 km/h.
Pero 8 locos nos empezamos a calzar las botas con la simple idea de no estar todo el día en el refugio y andar hasta donde la montaña nos dejase. Encendimos los gps y empezamos la ascensión. Toda la subida se hace sin apenas descansos y esto añadido a que íbamos subiendo con la capuchas puestas sin ver un carajo y mirando al suelo para que la ventisca no nos arrease en la cara.
Después de unas 3 horas estábamos a punto de remontar el último repecho de unos 100 metros para llegar a la arista cimera y unas 1.5 horas para la cima, cuando tuvimos dudas de si seguir o no, pero le echamos "cujons" y tiramos para arriba.
Cuando llegamos a la arista, la vista del circo norte y de la cima fue impactante para mis ojos, ¡que muros y que corredores!. Esto es un rincón de los Alpes en medio de Marruecos. Una vez alcanzada la cima, nos abrazamos para festejar que habíamos vencido. La temperatura que marcaba mi reloj era de -6º C y 4167 metros de altura.
Rápidamente iniciamos el descenso porque el frío debido a la ventisca era muy "molesto". La bajada fue bastante costosa porque la nieve acumulada era ya de unos 60 cm y nos hundíamos hasta las rodillas a cada paso. Por algunos momentos despejaba y nos permitía ver un mundo de picos y aristas que había a nuestro alrededor.
Ya en el refugio nos colocamos alrededor de una chimenea que no paraban de rellenar nuestros anfitriones, los guardeses bereberes. Lo mejor de la noche fue la ronda de chistes que nos marcamos y los trucos de magia de Paco, que nos dejó a todos locos.
Al día siguiente ya no nevaba y sabíamos que teníamos que bajar todo el material en la chepa, así que no hicimos ningún pico y decidimos bajar valle abajo en busca de las mulas. Nuestra sorpresa fue que a 1.5 horas de camino, ¡estaban las mulas! y con nieve en sus pies. Benditos bereberes que se animaron a subir a por nosotros sabiendo del peso que bajábamos. Pequeño vídeo de la bajada.
Las vistas del Atlas eran impresionantes. Por fín el sol atravesó con sus rayos las odiosas nubes y nos descubrió las cimas de más de 4000 metros.
A la bajada nos volvimos a parar numerosas veces a tomar zumos de naranja y tés en las aldeitas que nos encontrábamos a nuestro paso. Resulta increíble encontrarte con tiendas bereberes a más de 2000 metros de altura y lo animadas que son sus gentes aunque no les compres nada.
Ya en el pueblo nos pusieron otra comilona de tajine y entre risas y chascarrillos nos metimos otra vez en los minibuses rumbo a Marraquesh a pasar un día y medio entre compras, regateos, asaltos de comerciantes para que les compres su mercancía. Lo mejor fue el abordaje de un montón de camareros de la plaza de Jamaa el Fna que insistían en que comiésemos en sus puestos. Es normal, porque éramos 15 hambrientos montañeros y nos íbamos a dejar bastantes dirhams
.
Me he quedado con ganas de conocer mejor la cordillera del Atlas, así que para el año que viene pienso volver algunos días más para escalar esas impresionantes montañas africanas.
Digo lo de cercana porque es increíble lo rápido que te plantas en el campo base de la montaña. Cogimos el avión a las 10.20 de la mañana, con el previo reparto de las camisetas conmemorativas de la expedición.
En 2 horas aterrizamos en Marrakesh (12:00 am). 2 minibuses nos estaban esperando en la salida y nos llevan a Imlil, que es el último pueblo del valle donde acaba la carretera (14:00 pm).
Aquí nos prepararon un tajine que estaba buenísimo (o era el hambre que teníamos ya). Después de ponernos las botas con el pan de pita, cargamos las mulas con todos los petates llenos de material para la escalada.
El tiempo que pronosticaban para este puente no era nada bueno, con nevadas y ventisca durante toda nuestra estancia en el refugio. Así que subiendo por el valle no pudimos ver ninguno de los majestuosos picos que nos rodeaban, pero si algunas de las aldeas en las cuales había tiendas bereberes y algo para tomar te moruno (buenísimo).
Pasito a pasito para no subir muy rápidamente y poder dormir bien sin que nos afecte la altitud llegamos al refugio a eso de las 20.00 pm. con el inconveniente que las mulas nos dejaron el material a unos 30 minutos del refugio, ya que estos animales no quieren pisar la nieve por si se rompen una pata, y tuvimos que portear unos 30 kilos a la espalda. ¡En 10 horas estaba a los pies del Toubkal!.
Desestimamos la opción de poner la tiendas debido a las nevadas que se avecinaban, así negociamos precio en el refugio y dormimos dentro por 10 euros la noche. Excepto algunos valientes que si que se quedaron en el exterior.
A la mañana siguiente lamentamos terriblemente tener razón sobre el tiempo, ¡como nevaba!. No se veía a más de 50 metros y lo peor era la ventisca que hacía con vientos en la arista cimera de 50 km/h.
Pero 8 locos nos empezamos a calzar las botas con la simple idea de no estar todo el día en el refugio y andar hasta donde la montaña nos dejase. Encendimos los gps y empezamos la ascensión. Toda la subida se hace sin apenas descansos y esto añadido a que íbamos subiendo con la capuchas puestas sin ver un carajo y mirando al suelo para que la ventisca no nos arrease en la cara.
Después de unas 3 horas estábamos a punto de remontar el último repecho de unos 100 metros para llegar a la arista cimera y unas 1.5 horas para la cima, cuando tuvimos dudas de si seguir o no, pero le echamos "cujons" y tiramos para arriba.
Cuando llegamos a la arista, la vista del circo norte y de la cima fue impactante para mis ojos, ¡que muros y que corredores!. Esto es un rincón de los Alpes en medio de Marruecos. Una vez alcanzada la cima, nos abrazamos para festejar que habíamos vencido. La temperatura que marcaba mi reloj era de -6º C y 4167 metros de altura.
Rápidamente iniciamos el descenso porque el frío debido a la ventisca era muy "molesto". La bajada fue bastante costosa porque la nieve acumulada era ya de unos 60 cm y nos hundíamos hasta las rodillas a cada paso. Por algunos momentos despejaba y nos permitía ver un mundo de picos y aristas que había a nuestro alrededor.
Ya en el refugio nos colocamos alrededor de una chimenea que no paraban de rellenar nuestros anfitriones, los guardeses bereberes. Lo mejor de la noche fue la ronda de chistes que nos marcamos y los trucos de magia de Paco, que nos dejó a todos locos.
Al día siguiente ya no nevaba y sabíamos que teníamos que bajar todo el material en la chepa, así que no hicimos ningún pico y decidimos bajar valle abajo en busca de las mulas. Nuestra sorpresa fue que a 1.5 horas de camino, ¡estaban las mulas! y con nieve en sus pies. Benditos bereberes que se animaron a subir a por nosotros sabiendo del peso que bajábamos. Pequeño vídeo de la bajada.
Las vistas del Atlas eran impresionantes. Por fín el sol atravesó con sus rayos las odiosas nubes y nos descubrió las cimas de más de 4000 metros.
A la bajada nos volvimos a parar numerosas veces a tomar zumos de naranja y tés en las aldeitas que nos encontrábamos a nuestro paso. Resulta increíble encontrarte con tiendas bereberes a más de 2000 metros de altura y lo animadas que son sus gentes aunque no les compres nada.
Ya en el pueblo nos pusieron otra comilona de tajine y entre risas y chascarrillos nos metimos otra vez en los minibuses rumbo a Marraquesh a pasar un día y medio entre compras, regateos, asaltos de comerciantes para que les compres su mercancía. Lo mejor fue el abordaje de un montón de camareros de la plaza de Jamaa el Fna que insistían en que comiésemos en sus puestos. Es normal, porque éramos 15 hambrientos montañeros y nos íbamos a dejar bastantes dirhams
.
Me he quedado con ganas de conocer mejor la cordillera del Atlas, así que para el año que viene pienso volver algunos días más para escalar esas impresionantes montañas africanas.
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